El sonido es un puente entre la acústica[3] y la percepción, el resultado de percibir auditivamente las variaciones oscilantes de algún cuerpo físico, normalmente a través del aire, pero también de otros cuerpos elásticos[4] como la tierra y el agua.
En términos generales, el origen de un sonido siempre es la vibración (dentro de la gama de frecuencias y amplitudes capaces de ser percibidas por el oído humano)[5] que sufren los cuerpos cuando se les aplica una fuerza. Esta vibración empuja rítmicamente las moléculas de otros cuerpos físicos que lo rodean generando a su vez vibraciones en ellas. Cuando estas vibraciones llegan a nuestro oído las percibimos como un sonido. En suma, el fenómeno sonoro es la percepción de las oscilaciones rítmicas, normalmente, de la presión en cuerpos elásticos, y que han sido estimuladas por otro objeto físico vibrante que actúa como fuente de emisión.
Definimos pues a la recepción del sonido como: el resultado de percibir auditivamente variaciones de algún cuerpo elástico, normalmente a través del aire.
Es importante tener en cuenta que la percepción del sonido no se realiza exclusivamente a través del aire. Así el sonido puede llegarnos, por ejemplo, a través de la vibración de nuestro propio cuerpo. Éste es el caso de la percepción que tienen las personas de su propia voz.
Todo aquel que habla percibe su propia voz como una calidad sonora distinta a como la oyen los demás. Una experiencia reveladora es cuando escuchamos por primera vez nuestra voz grabada. De pronto, uno se da cuenta que no se reconoce así mismo. Y se vuelve todavía más desorientador cuando otras personas que han escuchado también esa grabación nos aseguran que el aparato está reproduciendo con total fidelidad el sonido y que, efectivamente, uno suena así de raro para todos los demás.
Otra forma relativamente habitual de percibir la influencia del medio que transmite las vibraciones sonoras en la percepción del sonido es comparando como suena algo con los oídos dentro del agua, o pegando un oído en el piso.
Una primera diferencia básica imprescindible desde el punto de vista audiovisual es la de distinguir entre sonido y fuente sonora.
La moderna tecnología de audio nos permite tratar el sonido como un fenómeno que es posible empaquetar, separar y reproducir de forma completamente independiente del objeto físico que lo generó. En consecuencia, a pesar de que sonido y fuente sonora tienen entre sí una relación evidente, es necesario tratarlos como conceptos separados.
Definiremos fuente sonora como: cualquier objeto mientras está emitiendo un sonido. Y a cualquier sonido que aislamos físicamente o con instrumentos conceptuales, acotándolo para que sea posible estudiarlo de forma sistemática y precisa, le llamaremos objeto sonoro.
Como conceptos vinculados al de objeto sonoro, aunque de menor nivel, podemos hablar de suceso sonoro y de forma sonora.
Un suceso sonoro es cualquier sonido acotado en el tiempo.[6] Definiremos forma sonora como cualquier sonido identificable y reconocible a través de alguna forma de sus características acústicas.
Pensemos, por ejemplo, en la sonorización cinematográfica de una batalla. En este tipo de escenas auditivas es frecuente acumular y suponer numerosos objetos sonoros que componen el escenario auditivo de la batalla queden completamente disueltos (enmascarados) en una mezcla múltiple y confusa que, en realidad, los hace completamente inaudibles pero están presentes.
Cuando se trabaja, por ejemplo, en sonorizar una persecución, resultaría útil saber exactamente a qué diferencia tonal ha de estar la melodía que subraya la acción dramática, del tono medio de cada uno de los efectos sonoros, para que el ruido no enmascare la música. De este modo, sería posible conseguir con rapidez y eficacia que ambos sistemas sonoros fuesen audibles llegando a una mezcla equilibrada y natural.
Los efectos sonoros con frecuencia son sonidos compuestos altamente enmascaradores.
Otro concepto extremadamente familiar y poco concreto en el ámbito de la comunicación auditiva es el de ruido. Se utiliza el término “ruido” para nombrar algo tan vago como cualquier sonido no deseado, desagradable e inarmónico; también se emplea la palabra ruido para hacer referencia a los efectos sonoros, es decir, a los sonidos que no son de origen verbal, ni musical. Es decir, una clase concreta de formas sonoras cuya especificidad es, justamente, la de no tener características acústicas definidas.
[3] Acústica.- La rama de la física que se encarga de estudiar al sonido y sus manifestaciones.
[4] Cuerpos elásticos.- A los cuerpos que se modifican por las vibraciones de sonido y vuelven a su estado normal se les llaman cuerpos elásticos, entre ellos encontramos la tierra, el agua y el aire. En cada uno de éstos el sonido viaja a diferente velocidad. En el aire, se propaga la velocidad de 320 m/seg., en el agua a 1340 m/seg., en la tierra a 3200 m./seg. y en el acero a 5000m/s. No se puede propagar en el vacío, pues para hacerlo lo hace por medio de longitudes de onda. Los sonidos son producidos por vibraciones de los cuerpos, por ejemplo: el violín, la guitarra y el arpa producen sonidos por medio de las vibraciones de sus cuerdas. El piano, en su interior, cuenta con cuerdas tirantes de diferentes diámetros, la flauta y la trompeta son instrumentos que, al igual que la voz humana, hacen vibrar el aire. Martínez C. Giovanni (2000:44) Videografía, introducción al lenguaje audiovisual. UNISON, México.
[5] Estas frecuencias y amplitudes oscilan entre los 20 Hz. y los 20 Khz.
[6] Véase Shafer, R. Murray. (1979) Le paysage sonore, Poitiers, Aubin Imprimeur, Ligugé.
En términos generales, el origen de un sonido siempre es la vibración (dentro de la gama de frecuencias y amplitudes capaces de ser percibidas por el oído humano)[5] que sufren los cuerpos cuando se les aplica una fuerza. Esta vibración empuja rítmicamente las moléculas de otros cuerpos físicos que lo rodean generando a su vez vibraciones en ellas. Cuando estas vibraciones llegan a nuestro oído las percibimos como un sonido. En suma, el fenómeno sonoro es la percepción de las oscilaciones rítmicas, normalmente, de la presión en cuerpos elásticos, y que han sido estimuladas por otro objeto físico vibrante que actúa como fuente de emisión.
Definimos pues a la recepción del sonido como: el resultado de percibir auditivamente variaciones de algún cuerpo elástico, normalmente a través del aire.
Es importante tener en cuenta que la percepción del sonido no se realiza exclusivamente a través del aire. Así el sonido puede llegarnos, por ejemplo, a través de la vibración de nuestro propio cuerpo. Éste es el caso de la percepción que tienen las personas de su propia voz.
Todo aquel que habla percibe su propia voz como una calidad sonora distinta a como la oyen los demás. Una experiencia reveladora es cuando escuchamos por primera vez nuestra voz grabada. De pronto, uno se da cuenta que no se reconoce así mismo. Y se vuelve todavía más desorientador cuando otras personas que han escuchado también esa grabación nos aseguran que el aparato está reproduciendo con total fidelidad el sonido y que, efectivamente, uno suena así de raro para todos los demás.
Otra forma relativamente habitual de percibir la influencia del medio que transmite las vibraciones sonoras en la percepción del sonido es comparando como suena algo con los oídos dentro del agua, o pegando un oído en el piso.
Una primera diferencia básica imprescindible desde el punto de vista audiovisual es la de distinguir entre sonido y fuente sonora.
La moderna tecnología de audio nos permite tratar el sonido como un fenómeno que es posible empaquetar, separar y reproducir de forma completamente independiente del objeto físico que lo generó. En consecuencia, a pesar de que sonido y fuente sonora tienen entre sí una relación evidente, es necesario tratarlos como conceptos separados.
Definiremos fuente sonora como: cualquier objeto mientras está emitiendo un sonido. Y a cualquier sonido que aislamos físicamente o con instrumentos conceptuales, acotándolo para que sea posible estudiarlo de forma sistemática y precisa, le llamaremos objeto sonoro.
Como conceptos vinculados al de objeto sonoro, aunque de menor nivel, podemos hablar de suceso sonoro y de forma sonora.
Un suceso sonoro es cualquier sonido acotado en el tiempo.[6] Definiremos forma sonora como cualquier sonido identificable y reconocible a través de alguna forma de sus características acústicas.
Pensemos, por ejemplo, en la sonorización cinematográfica de una batalla. En este tipo de escenas auditivas es frecuente acumular y suponer numerosos objetos sonoros que componen el escenario auditivo de la batalla queden completamente disueltos (enmascarados) en una mezcla múltiple y confusa que, en realidad, los hace completamente inaudibles pero están presentes.
Cuando se trabaja, por ejemplo, en sonorizar una persecución, resultaría útil saber exactamente a qué diferencia tonal ha de estar la melodía que subraya la acción dramática, del tono medio de cada uno de los efectos sonoros, para que el ruido no enmascare la música. De este modo, sería posible conseguir con rapidez y eficacia que ambos sistemas sonoros fuesen audibles llegando a una mezcla equilibrada y natural.
Los efectos sonoros con frecuencia son sonidos compuestos altamente enmascaradores.
Otro concepto extremadamente familiar y poco concreto en el ámbito de la comunicación auditiva es el de ruido. Se utiliza el término “ruido” para nombrar algo tan vago como cualquier sonido no deseado, desagradable e inarmónico; también se emplea la palabra ruido para hacer referencia a los efectos sonoros, es decir, a los sonidos que no son de origen verbal, ni musical. Es decir, una clase concreta de formas sonoras cuya especificidad es, justamente, la de no tener características acústicas definidas.
[3] Acústica.- La rama de la física que se encarga de estudiar al sonido y sus manifestaciones.
[4] Cuerpos elásticos.- A los cuerpos que se modifican por las vibraciones de sonido y vuelven a su estado normal se les llaman cuerpos elásticos, entre ellos encontramos la tierra, el agua y el aire. En cada uno de éstos el sonido viaja a diferente velocidad. En el aire, se propaga la velocidad de 320 m/seg., en el agua a 1340 m/seg., en la tierra a 3200 m./seg. y en el acero a 5000m/s. No se puede propagar en el vacío, pues para hacerlo lo hace por medio de longitudes de onda. Los sonidos son producidos por vibraciones de los cuerpos, por ejemplo: el violín, la guitarra y el arpa producen sonidos por medio de las vibraciones de sus cuerdas. El piano, en su interior, cuenta con cuerdas tirantes de diferentes diámetros, la flauta y la trompeta son instrumentos que, al igual que la voz humana, hacen vibrar el aire. Martínez C. Giovanni (2000:44) Videografía, introducción al lenguaje audiovisual. UNISON, México.
[5] Estas frecuencias y amplitudes oscilan entre los 20 Hz. y los 20 Khz.
[6] Véase Shafer, R. Murray. (1979) Le paysage sonore, Poitiers, Aubin Imprimeur, Ligugé.