5 La palabra hablada

La palabra hablada es el elemento principal del lenguaje sonoro, podemos prescindir de los otros elementos y aun así formular un mensaje claro y emotivo. Sin embargo, la palabra es insustituible como factor de coherencia del mensaje sonoro.
La voz es un instrumento de interpretación de la palabra, quién se dirige al público, a través de un medio auditivo, debe estructurar su mensaje sin recurrir a la mímica o al lenguaje corporal.

Así, quien habla o lee debe obedecer a un determinado ritmo y cadencia, de esta forma se evita la sensación de que quién habla está leyendo un texto.

La entonación refuerza o modifica el sentido literario de las palabras a través del timbre, el tono, la intensidad y cantidad de la voz. Por ello, para la interpretación de los textos se requiere:
• Inflexión de la voz, es decir, saber manejar los tonos al hablar.
• Matizar la voz es utilizar la intensidad para hablar suave o fuerte.
• Al cambio de estado de ánimo se le llama transición de la voz.
• Para lograr mayor dramatismo y suspenso a la lectura, se requiere de hacer las pausas y silencios necesarios.
• Los diálogos y parlamentos no se deben leer íntegramente a una misma velocidad. La velocidad varía de lenta a rápida según lo exija el parlamento.
• Lo que da a un texto la intención de la interpretación es la correcta acentuación de las palabras y frases.
• El ritmo de lectura debe permitir atraer al público y que éste no pierda el interés por el tema.
La voz, dice Maria Cristina Romo,[8] representa lo más significativo del ser humano porque es la palabra hablada la que nos ayuda a la codificación de la idea que deseamos transmitir a otros. Tiene las siguientes cualidades: tono, timbre intensidad y cantidad.

Tono.- Es la mayor o menor elevación del sonido producido por la rapidez de la vibración de las cuerdas vocales. De la mayor rapidez de vibración resulta un sonido más agudo, por ello la voz de un hombre es grave y la voz de una mujer es aguda.
Según el tono las voces pueden ser clasificadas en: agudas, centrales o graves. En la voz femenina la más aguda corresponde a la soprano y en los hombres al tenor. Las voces centrales son la mezzosoprano y el barítono. Las voces graves en las mujeres son las contraltos y en los hombres los bajos.

Timbre.- Aún cuando las personas tengan un tono de voz igual a muchas más, las voces se diferencian por el timbre que es la personalidad del que la usa o la calidad diferenciadora del mismo. El timbre es producido por lo que se llama “los armónicos accesorios” que posee cada ser humano y que le permiten diferenciar su voz.

Intensidad.- Depende del volumen y de la cantidad de aire que se utiliza para difundir la voz.

Cantidad.- Es la duración de un sonido emitido que se propicia de la calidad del mismo.

Estas cualidades, además del uso, las inflexiones y la intención, nos permiten hacer una clasificación de las voces:[9]

Voz aguardentosa.
Nada armoniosa, bronca, similar a personas con problemas sociales o psicológicos (borrachos o viciosos).

Voz argentina.
Es muy clara y sonora, de timbre agradable, similar a la de los galanes y primeras damas.

Voz atiplada.
Es una voz chillona, de afeminado o chismosa.

Voz cálida.
Es melodiosa, armónica y melosa, similar a las de mujeres frívolas y hombres conquistadores.

Voz campanuda.
Es una voz severa, majestuosa y enérgica. Indica absoluta seguridad en sí mismo y asciende sobre los demás, similares a la de hombres de mundo y aventureros o mujeres enérgicas y maduras.

Voz cascada.
Es opaca, carece de fuerza y sonoridad, similar a la de los ancianos.

Voz dulce.
Connota ingenuidad, candor y timidez, como quien implora y suplica, similar a la de hombres tímidos o mujeres candorosas.

Voz blanca.
Similar a la voz infantil o de jovencitas.

Voz de trueno.
Es la voz fuerte y dura, una voz gruesa que llena todo el espacio acústico y domina la escena, similar a quien da órdenes.

Como podemos observar, la voz no es igual en todas las personas y es aquí en donde se pone de manifiesto las características del individuo, englobándose en ellas tanto las constitucionales, anatómicas como anímicas.

Desde un punto de vista didáctico la voz se puede clasificar por sexo, tesitura y timbre.

Por sexo.
La voz de mujer se halla condicionada por las características anatómicas y fisiológicas propias; la laringe de la mujer, presenta unas medidas que oscilan entre 3.6 cm. de altura, 4.3 cm. de anchura y un diámetro antero posterior de unos 2.6 cm.; y la longitud de las cuerdas vocales se sitúa entre 1.5 y 2 cm. La mujer canta una octava más aguda que el hombre.

El hombre, tiene una laringe de mayor tamaño, situándose esta entre los siguientes parámetros; una altura de unos 4.9 cm. y otros tantos de anchura y un diámetro antero-posterior de unos 3.5 cm. Las cuerdas vocales tienen una longitud entre 2 y 2.5 cm. El hombre canta a una octava de diferencia por debajo de la mujer.

Por tesitura.
Se clasifica la voz de acuerdo a su amplitud tonal. Es en la amplitud tonal adecuada, en la que el cantante se mueve a su comodidad sin apurar las notas extremas, en el que sitúa el conjunto de sonidos, en los que la voz se adapta mejor, en que el cantante se siente cómodo sin ningún tipo de fatiga.

Durante el siglo primero, según escritos del orador romano Quintanillo, se clasificó la voz de acuerdo a su la calidad –dulce, áspera, sonora, clara etc.– y su la cantidad –grande, mediana y pequeña.

Fue la en el renacimiento, con el canto coral, cuando se inicia una clasificación, de las voces en:


Por timbre.- En el caso de la voz humana, el timbre, en parte depende, del tipo de cuerdas vocales del individuo, de su modo de vibración, y de las cajas de resonancia. Una voz no puede servir para interpretar toda la música existente, toda voz tiene y debe ser conocedora de sus limitaciones.


[8] Romo, María Cristina. (1987). Introducción al conocimiento y práctica de la radio. Diana, México.
[9] Valdez Fontes, Miguelina. (1996) Manual para la producción radiofónica. UNISON, México.